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Allan Kardec
Alegaba conocer los idiomas alemán, inglés, italiano español y neerlandés.1 En 1831 pasó a formar parte de la Real
Academia de Arras. En 1824 Rivail ya se había trasladado a París, donde se
dedicó a la enseñanza, primero en la institución fundada por él mismo sobre el
modelo del centro de Pestalozzi, y más tarde de forma privada, cuando problemas
económicos le obligaron a la liquidación de su instituto y a desenvolverse como
tenedor de libros y como contable de tres casas de comercio, además de ocuparse
en la traducción de obras inglesas y alemanas.2 En 1832 contrajo matrimonio con la
institutriz Amelia Boudet, nueve años mayor que él, y fue en este periodo de su
vida cuando elaboró y publicó los siguientes libros:
- 1828: Plan propuesto para el
mejoramiento de la instrucción pública.
- 1829: Curso práctico y
teórico de aritmética, según el método de Pestalozzi, con
modificaciones.
- 1831: Gramática francesa
clásica.
- 1846: Manual de los exámenes
para los diplomas de capacidad.
- 1848: Catecismo gramatical de
la lengua francesa.
Un segundo
periodo biográfico comenzó para Rivail cuando, en 1854, oyó hablar por primera
vez del fenómeno de las «mesas parlantes», al que solo empezó a conceder
crédito tras haber sido testigo, en mayo de 1855, de inexplicables fenómenos
relacionados con mesas ambulatorias y giratorias o «danzantes», así como con la
llamada «escritura automática». Persuadido de la existencia de una región
espiritual habitada por almas inmortales desencarnadas con las que era posible
comunicarse, Rivail se decidió a examinar una voluminosa colección de escritos
psicográficos que le proporcionaron amigos espiritistas interesados en su
juicio y empezó a asistir con regularidad a sesiones, preparado siempre con una
serie de preguntas que le eran respondidas de «manera precisa, profunda y
lógica», a través de los sujetos a los que el espiritismo denomina «médiums»,
porque actúan como intermediarios en las comunicaciones con las supuestas almas
desencarnadas. Toda esta materia, debidamente «repasada y corregida» por la
entidad espiritual que se identificó ante Rivail como «la Verdad», sirvió de
base al cuerpo de doctrina de El libro de los espíritus, su obra
aparecida el 18 de abril de 1857, cuya primera edición se agotó en pocos días,
llegándose a la decimosexta en vida del autor.3
En los
prolegómenos de esta obra se lee:
Los espíritus
anuncian que los tiempos designados por la providencia para una manifestación
universal han llegado ya, y que siendo ministros de Dios y agentes de su
voluntad, su misión es la de instruir e ilustrar a los hombres, abriendo una
nueva era a la regeneración de la humanidad. Este libro es la recopilación de
su enseñanza.
Allan Kardec
El éxito de El
libro de los espíritus propició la fundación de la Revue
Spirite y la constitución formal, en 1858, de la Sociedad de Estudios
Espiritistas de París, que Rivail presidiría hasta su muerte.
Su «espíritu
protector» le había informado de que en una existencia previa, en el tiempo de
los druidas, ambos se habían conocido en la Galia y él se
llamaba «Allan Kardec». El libro de los espíritus fue el
primer trabajo en que el autor sustituyó por este su nombre real, y el acta de
nacimiento del espiritismo latino, que, a diferencia del anglosajón, defiende
el supuesto reencarnacionista, particularmente como explicación del origen de
las desigualdades entre los hombres, con frecuencia aparentemente injustas.
[Los espíritus]
que se comunican a través de los médiums franceses aseguran que la
reencarnación es un hecho, en tanto que los que hablan por boca de los médiums
británicos y estadounidenses declaran que no es cierto. ¿Cómo podemos conjugar
esas discrepancias? (...) son un verdadero obstáculo para muchos espiritistas
(...). Los espíritus afirman que después de la muerte no son omniscientes. Por
el contrario, llegan a la otra vida con todos sus prejuicios, creencias y
opiniones (...) se limita(n) a expresar su propia creencia, que puede o no ser
verdad.
A lo largo de sus
escritos, A. Kardec habla de espíritus superiores e inferiores: «Encuéntranse
en el mundo de los espíritus, como en la tierra, todos los géneros de
perversidad y todos los grados de superioridad intelectual y moral»:5 espíritus buenos y malos, espíritus menores,
espíritus malvados y rebeldes, espíritus errantes, espíritus vulgares y
espíritus mentirosos «que usurpan a menudo nombres conocidos y venerados» y
«dicen haber sido Sócrates, Julio César,Carlomagno, Fenelon, Napoleón, Washington, etc.». La «comprobación que de su identidad
puede tenerse (...) es, efectivamente, difícil; pero si no puede conseguirse
tan auténtica como la que resulta de un acta del estado civil, puédese
obtenerla presuntiva, por lo menos, con arreglo a ciertos indicios».6 En Qué es el espiritismo, Rivail
también admite que algunos espíritus son «mentirosos, fraudulentos, hipócritas,
malvados y vengativos» y capaces de utilizar lenguaje grosero. Autores
espiritistas posteriores han repetido advertencias en el mismo sentido, que
apoyan la afirmación de Allan Kardec: «la sustitución de los espíritus (...) es
una de las dificultades del espiritismo práctico; pero nunca hemos dicho que la
ciencia espiritista fuese fácil, ni que se la pueda alcanzar bromeando, siendo
en este punto igual a otra ciencia cualquiera».7
Los espíritus,
siendo simplemente las almas de los hombres, no tienen ni conocimiento supremo
ni sabiduría suprema; que su inteligencia depende del progreso que hayan hecho
y que su opinión no es más que una opinión personal. [...] No se debe dar
ciegamente crédito a todo lo que dicen los espíritus.
Nuevas obras
serían sustanciales en la labor de sistematización de las ideas «espíritas» o
«espiritistas», ideas que, siendo la clave de su interpretación de las
religiones, de orientación unificadora, Allan Kardec no consideraba de índole
propiamente religiosa, sino científica, por no estar fundadas en fe ni
revelación sobrenatural algunas, sino en la reflexión sobre el hecho de
experiencia de las comunicaciones de los propios seres fallecidos:
El espiritismo es
a la vez una ciencia de observación y una doctrina filosófica. Como ciencia
práctica, consiste en relaciones que pueden establecerse con los espíritus;
como doctrina filosófica, comprende todas las consecuencias morales que se
desprenden de semejantes relaciones. Podríamos definirlo así: el espiritismo es
la ciencia que trata de la naturaleza, origen y destino de los espíritus y de
sus relaciones con el mundo corporal.
Las principales
entre las obras aludidas fueron: El libro de los médiums (1860), Qué
es el espiritismo (1862), El Evangelio según el espiritismo (1864), El
Cielo y el Infierno o la justicia divina según el espiritismo (1865), La
génesis, los milagros y las profecías según el espiritismo (1867). Han
aparecido, asimismo, ediciones póstumas.
Es interesante
que las exposiciones de Allan Kardec viesen la luz en años próximos a los de la
aparición de obras como Manifiesto del Partido Comunista (de Karl Marx y Friedrich Engels) o El origen de las especies (de Charles Darwin), mientras se asistía al momento de
esplendor del positivismo y el materialismo filosóficos y científicos. En relación con
el primero, Allan Kardec presentó su «nueva doctrina filosófica» como
respondiendo «a las aspiraciones del hombre respecto del porvenir; pero como
apoya la teoría de éste en bases positivas y racionales, se amolda al espíritu
positivista del siglo», haciendo «sus prosélitos precisamente en la clase
ilustrada, y esto en todos los países del mundo».10 En cuanto al segundo, la coincidencia del
espiritismo con la Iglesia
católica en su
oposición al materialismo, así como en la moral centrada en la caridad, le
hacían incomprensible la por otra parte coherente condena doctrinal de Roma,
formalizada en la inclusión, en 1864, de las obras de Kardec en el entonces
vigente Índice de libros prohibidos. El rechazo eclesiástico ya
había dado lugar, por ejemplo, a la quema de 300 libros espiritistas
llevada a cabo en 1861 en Barcelona, tras haber sido confiscados por el obispo
de esta diócesis a través del Santo Oficio.11
El espiritismo es
la prueba patente de la existencia del alma, de su individualidad después de la
muerte, de su inmortalidad y de su suerte verdadera; es, pues, la destrucción
del materialismo, no con razonamiento, sino con hechos.
Obras
- 1857: El libro de los
espíritus
- 1859: ¿Qué es el espiritismo?
- 1861: El libro de los médiums
- 1864: El evangelio según el
espiritismo
- 1865: El cielo y el infierno
- 1868: La génesis
- 1890: Obras póstumas
- Manual práctico de las
manifestaciones
- Vocabulario espírita
- 1862: Viaje espírita
- Colección de oraciones espíritas
- El espiritismo en su más simple
expresión
- Caracteres de la revelación espírita.